Se ordenó como sacerdote el 19 de diciembre del año 1981 y al llegar a la Prelatura de Illapel tuvo oportunidad de conocer al gran obispo misionero belga, don Polidoro Van Vlierberghe. Fue párroco de la Parroquia Nuestra Señora del Tránsito de Canela, por más de 20 años. Donde su labor pastoral lo llevo a inaugurar la Radio Asunción de Canela, el Hogar de Estudiantes, atendiendo a más de 30 capillas rurales, el año 1995 inauguro la Ermita del Padre Hurtado, ubicada en el kilómetro 275 de la ruta 5 norte a unos 5 kilómetros de Huentelauquén, impulso la llegada de la Hermanas de la Compañía Santa Teresa de Jesús a Canela Alta.
En junio de 2001, siendo párroco de la parroquia Nuestra Señora del Tránsito de Canela; durante un retiro leyó el libro titulado “Deja que África te hable”, y sintió renacer su entusiasmo por la misión. Un encuentro posterior con las religiosas Teresianas que trabajaban en Canela fue providencial en tal sentido. “La generala de la Congregación me contó que en Angola ellas tenían muchas casas y que las hermanas tienen gran necesidad de sacerdotes. Hice los contactos y ellas me dijeron que era bienvenido.”
El año 2002, el Padre Brevis le pidió permiso al ahora Obispo Emérito, Monseñor Rafael de la Barra, para irse de misionero a África. Así, con el beneplácito de Monseñor Rafael de la Barra y de su director espiritual, el Padre Luis Brevis a los 48 años de edad dejó la Prelatura de Illapel para integrarse como misionero en la Arquidiócesis de Lubango en Angola.
El año 2010 de vuelta en Illapel, fue Párroco de la parroquia Nuestra Señora de Fátima, periodo en el cual reflejo el sentido de su misión pastoral y el gran motivador que era, realizando campañas para ir en ayuda de los más necesitados, creando alianzas, su labor pastoral siempre la realizo con alegría y motivación.
El año 2012 le pidió permiso al entonces Obispo Monseñor Jorge Patricio Vega Velasco, para retornar a Angola, a su misión.
El año 2006 nos dejaba estas palabras que reflejan su misión, al celebrar su aniversario sacerdotal “Yo me siento muy feliz, siempre digo que, si en Chile fui feliz como padre durante 20 años, en Angola soy, no el doble sino cinco veces más feliz”. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de los angoleños? “Su enorme capacidad de acogida, es emocionante cuando uno llega a una aldea y sale a recibirte un coro maravilloso formado por 40, 60, 80 jóvenes que cantan extraordinario, a voces, con sus tambores, llevan la música en la sangre. Usan canciones de bienvenida, no cualquier tema. Se alegran mucho con la llegada del sacerdote, es sobrecogedor. Los africanos tienen un sentido de teología natural, valoran mucho la presencia del enviado de Dios, que es una persona esperada. También me admira el respeto que tienen por el adulto mayor, por el anciano. Ellos emplean la palabra viejo con cariño y veneración. Tienen una visión más amplia de la familia, que es todo el clan, no hablan de parientes sino de familia, un valor que hemos perdido en nuestras sociedades”.
Hoy lo despedimos y damos gracias a su misión y alegría.
+ Julio Esteban Larrondo Yañez
Obispo Prelado de Illapel